Tee Franklin es una mujer negra, queer y discapacitada. Va en silla de ruedas. Es la primera guionista negra de Image Cómics. La primera edición de su obra de debut, Bingo Love, se vendió antes de llegar a las tiendas. Su segundo trabajo, Jook Joint, plantea una historia de terror en la que a los hombres que cometen abusos físicos o sexuales a mujeres se les infligen severos castigos violentos, como mutilarles y hacerles comer sus testículos
VALÈNCIA. El Jook Joint es un garito para bailar jazz. Son los años cincuenta, en Nueva Orleans. Está oculto en el bosque, en una zona de pantanos. Acuden negros y blancos a emborracharse. Hay una máxima, en la parte de arriba, en un reservado, se pueden satisfacer todos los deseos. Cualquiera. Pero solo con el consentimiento de la otra persona. Quien no cumple esa norma no solo es que le echen, es que lo matan. Así ocurre en las primeras viñetas. Un hombre se acerca a una mujer, le empieza a brasear, ella le rechaza, él insiste, la toca y... cruza la línea. Le sacan del garito y fuera una mujer le arranca la mandíbula. Se queda con la lengua colgando. Es muy bonito de ver.
Un cómic gore tiene que caracterizarse por el poderío visual de las escenas que plantea. Aquí hay viñetas que, aunque tengan un dibujo comercial medio, impactan. Hay unas llamadas sirenas, que son mujeres no muertas, zombies o lo que se quiera, que comparten que fueron todas asesinadas por sus parejas. Están bajo las órdenes de tía Mahalia, una sacerdotisa vudú que vive con ellas en una cueva que hay en el fondo de un pantano. A un hombre que tienen ahí encerrado, atado con grilletes, le cortan la bolsa testicular y se la hacen comer entre risas. Así van resolviendo conflictos de género y también de homofobia. En la última entrega disponible, a un hombre que en el bar exclama que un chico que está bailando lo hace "como un homo", le arrancan el corazón y se lo comen.
Han salido dos números de la serie, que tendrá cinco, por ahora. Es de Image Cómics, cuestan dos euros en formato electrónico. Dibuja Aitha E. Martínez y los guiones son de Tee Franklin. Y es, lo dicho, una fantasía de venganza contra el abuso sexual, la violencia de género y la homofobia por métodos extremadamente violentos. Además, las sirenas o zombies que imparten justicia son lesbianas. Cuando no están matando machistas, tienen sexo en las profundidades del pantano. Lo que no cambia es que van siempre desnudas.
En su guarida, las no muertas se alimentan de los machistas que atrapan. Se los comen. Tía Mahalia, la protagonista, también sufrió violencia doméstica. No solo promueve la venganza, también da una especie de ayuda psicológica. A Heloise, una mujer maltratada, ella y su hija, por su marido, lo primero que hace cuando acude en su ayuda es obligarle a repetir "no es mi culpa" antes de tomar medidas mágicas. En este caso, rajarle la cara después de que se lo sujete un árbol del bosque que cobra vida. Tratándose de un tebeo sin más pretensión formal que el género gore, los diálogos que se producen entre la superheroína y sus víctimas no son de una profundidad espectacular.
Sin embargo, con el descaro con el que sitúa el género en el contexto de las reivindicaciones feministas contemporáneas este cómic puede dar más que hablar que el misterio de la Trinidad. Al final del primer número, la autora cuenta que ella también fue una víctima de la violencia de género en varias de las relaciones que ha tenido. "Físicamente, emocionalmente, mentalmente, económicamente y sexualmente", añade.
Esta obra es el resultado de una terapia que le propuso su psicóloga en 2015, escribir para sacar su enfado. Así surge esta aventura por los pantanos del sur de Estados Unidos, que le ayudó a soportar las pesadillas, la ansiedad que sufría -dormía con un cuchillo- y se despertaba gritando continuamente durante la noche. Llegó a cometer un intento de suicidio. Dos de sus hijos murieron. Estuvo en la calle, tuvo que sobrevivir en refugios.
En una entrevista, la autora reconoce que no está preparada para ir a la cárcel, por lo que la única venganza que pudo llevar a cabo son estas páginas. Admite que lo que dice puede sonar como si fuera una asesina en serie, pero lo que ha plasmado en estas viñetas es lo que sentía: "quería arrancarles los cojones a uno y metérselos en la boca. Quería sacarle los ojos a otro. Quería sacarle las tripas a alguien. Son personas que me hicieron sufrir y quiero que sufran". Lo curioso es que el otro cómic que ha escrito, Bingo Love, es una saga romántica.
La autora se posiciona como "negra, queer y discapacitada" (necesita una silla de ruedas) frente al 99% de los hombres de la industria del cómic. Asegura que la entrada de mujeres de toda condición en las editoriales no ha hecho más que empezar y ya sirve para educar a los lectores, como ella ha podido comprobar por la respuesta recibida con el aludido Bingo Love. Es la primera mujer negra en Image en escribir una serie. Igual que la dibujante y el color lo hace Shari Chankhamma, tailandesa.
Para poder publicar su primer cómic, recaudó 60.000 dólares por Kickstarter. Bingo Love cuenta la historia de dos mujeres negras lesbianas que se enamoraron en los 60. Se separaron por culpa de la incomprensión de sus familiares y la sociedad en general para revivir su romance décadas después, cuando son ancianas. Vendió la primera edición entera antes de llegar a las tiendas. Tiene todo mucha pinta de next big thing.